Esta reflexión no tiene mucho que ver con la alimentación ni con temas que suelo tratar aquí, pero guarda un símil muy particular con la realidad que vivimos hoy en día muchas personas formadas en diferentes áreas y que nos encontramos buscando nuestra oportunidad.
Personalmente me siento bastante afortunada porque, a pesar de mi escasa experiencia, tuve mi oportunidad, que se vio truncada por cuestiones ajenas a mi voluntad. No recuerdo el día que ocurrió esa cuestión , que trunco mi puesto de trabajo, lo que si recuerdo es el día que recibí la noticia de mi no renovación.
Fue el 21 de noviembre de 2017, lo recuerdo bien porque me retrase unos 10 minutos debido al trafico y aquel día mis compañeras de oficina se encontraban ausentes o llegaban más tarde que yo. Me sorprendió encontrar el coche de mi entonces jefe tan temprano, pero no le di importancia. Quizás tenia que hacer alguna gestión que se escapaba a mi conocimiento. En cuanto entre por la puerta, me llamo para hablar conmigo; jamás me habría imaginado la noticia que recibí. Desgraciadamente, tras mucho valorarlo, y muy a su pesar la decisión era no renovar mi contrato. Sus palabras fueron que sentía mucho no renovarme, estaban muy contentos con mi labor y claro era una persona joven, y seguro encontraba mi lugar. Solo recibí palabras de agradecimiento y alago, quizás para salir del paso de la noticia que me estaba dando.
Esto último sencillamente no lo comparto, la gente joven también quiere encontrar estabilidad laboral, y yo buscaba eso, pero desgraciadamente mis planes se truncaron ese 21 de noviembre. Soy consciente que , de verdad, sentía lo que me dijo, pero me creo una impotencia de no poder hacer nada. Y encima me llego esta noticia antes de mi 10 aniversario de pareja, y con viaje planeado, que obviamente reduje por cuestiones obvias.
Esta es mi cruda realidad, pero no es la única. Existen millones de injusticias mucho mayores que esta. Con esta reflexión y vivencia, quiero animaros de que nada debe desaminarnos ni hundirnos. Siempre hay luz al final del tunel, solo hay que mirar en la dirección apropiada. Y que, como diria Albert Camus;
«EN MITAD DEL INVIERNO ENCONTRÉ EN MÍ UN VERANO INVENCIBLE»
Solamente debemos creer en nosotros y encontrar el valor que podemos aportar, y si no nos dan esa oportunidad solo hay que seguir buscándola.
Ahora parece muy fácil de contar, pero no fue nada fácil. Si no que se lo digan a mi novio, que ha tenido que aguantar mi frustración al no encontrar mi oportunidad. Y tampoco ayudo otras situaciones personales nada agradables que no vienen al caso contar. No quiero hacer drama, más bien todo lo contrario.
A veces, tienes que caerte y tropezar; y como bien dice Fito Cabrales en su canción Antes de que cuente diez: «Si algo no me sale bien, he aprendido a derrapar y a chocar con la pared».
Pues solo queda deciros que luchéis por lo que queréis y si os dicen que estáis locos , pensar que algo estaréis haciendo bien. Pero sobretodo tener a alguien cerca que os baje de esa nube, que soñar es gratis pero hay que tener los pies en la tierra. Y hacer las cosas despacio, y midiendo cada paso.
Solo me queda deciros que perseguir vuestros sueños y que la vida tiene nuestro destino escrito, y si una puerta se cierra, nos esperan muchas otras por abrir. No es el final, puede ser un nuevo comienzo y mejor que lo que soñamos.
Y como diría Juan Llorca y alguien muy cercano a mi, que por cosas de la vida no está, sed muy felices.
Teresa Aliácar, técnico dietista y tecnóloga de alimentos.
No pretendo que te sirva de consuelo, Tessa, pero eso que te ocurrió ese aciago día de noviembre pasado no es nada extraño. Es y va a ser algo muy habitual en este mundo «líquido» en el que empezamos a vivir.
Ya en el presente y en el inmediato futuro del trabajo, las carreras lineales, ascendentes, seguras y predeterminadas en una o dos empresas durante toda la vida ya son historia. El trabajo ya se ha convertido en una aventura mucho más disruptiva. Las relaciones laborales para toda la vida, las carreras de fondo en la misma organización, se sustituyen por relaciones de noviazgo profesional más cortas, pero que bien entendidas y bien gestionadas, pueden ser más fructíferas e incluso muy interesantes para ambas partes de la ecuación: empleadores y empleados.
Hoy ya se estima que los nuevos profesionales vais a pasar por una media de 7 empleos u ocupaciones diferentes a lo largo de toda vuestra vida laboral.
Tienes que estar preparada para actuar un tiempo con contratos por cuenta ajena, y en ocasiones para ser tú tu propio jefe (autónoma); habrá momentos en los que prestes servicios «ad-hoc» (con principio y fin) en determinados proyectos como freelance, y otros que volverás a tener contrato «estable».
Pretender hacer depender tu seguridad de «un contrato fijo para toda la vida» no es realista, porque hoy la seguridad fuera de ti ya no existe. Y eso ya no lo va a cambiar nadie: ni las empresas, ni los gobiernos, ni los sindicatos… ni tu familia o amigos.
La clave está totalmente en TI. Lo único «seguro y constante» eres tú misma, es decir, quién eres, qué quieres, y qué valor puedes aportar a tus futuros «clientes», tanto si trabajas con una nómina (cliente único) como si lo haces para varios al mismo tiempo. Lo importante eres tú, tus capacidades, tu bagaje y tus conocimientos, habilidades y competencias, canalizadas a través de una propuesta de valor tuya, personal y única (porque es la tuya).
También te digo que no se trata necesariamente de acumular títulos, másteres o postgrados, (las empresas cada vez buscan menos las titulaciones y más las capacidades) sino de hacer crecer tus fortalezas y limar tus debilidades de la forma más adecuada para hacer de ti una profesional de alto valor.
Hoy las empresas agroalimentarias (¡en España hay 29.000!) tienen muchas carencias y necesidades, y van a empezar a pelear por el talento de los profesionales que resuelvan sus problemas, sus retos y sus desafíos, que son muchos.
¡Prepárate adecuadamente para ello!
P.D.: por cierto, este blog y la iniciativa que publicaste recientemente en Linkedin es una magnífica manera de mostrar ese valor que atesoras, mucho mejor que con un trasnochado curriculum. ¡Enhorabuena!
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En primer lugar quiero agradecerte tu comentario y tus palabras, ahora mismo veo de otra manera lo que me paso ese 21 de noviembre. Lo triste es que lo que me paso a mi no sea extraño y que no sea la excepción de nuestro panorama laboral. Mi intención al publicar esa entrada, que me ha costado tanto escribir porque realmente ese día de noviembre me sentí como un número y no como profesional con valor y ganas de superarme, es dar esperanza y ánimo a todas las personas que pasan o pasarán por lo mismo que yo, que como dices es lo más habitual en la actualidad. Hemos llegado a un punto que las personas que dirigen las empresas nos ven a los trabajadores como números y si no cumplimos con esas expectativas a veces poco realistas pues deciden no contar con nosotros y realmente parecen más robots que personas con sentimientos. Ciertamente tengo la esperanza de que todavía quedan personas con responsabilidad en las organizaciones con esos sentimientos de sentirse lideres de sus subordinados. Para mi esas personas son las que realmente deberían liderar las organizaciones y son personas que se remangan cuando toca y están ahí cuando las cosas van mal y no solo para recoger los beneficios. Se encargan de conocer a las personas a su cargo, de protegerlas y sacar lo mejor de ellas sin aprovecharse.
Y si no nos dan esa oportunidad de demostrar lo que somos capaces de conseguir con tiempo pues no nos queda otra que crearlas nosotros mismos, pues eso que dicen que la materia ni se crea ni se destruye es cierto, solamente tenemos que transformarla con esfuerzo y pasión por lo que hacemos.
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